sábado, 19 de marzo de 2011

Carta perdida...




“Tras mis pasos deje una estela de luz que se escondió bajo la tierra,
mis huellas penetraron su corazón, éramos amigos al principio y juramos ser amigos hasta el fin.

Recorrimos las tierras de mariposas cabalgando un caballo de azafrán,
me envolvió en su aroma y me alojo en su hogar.
Bajo los árboles nos escondimos de los rayos del sol y probé de sus frutos el sabor.

No hace falta gritar que le amas pues rebosan de júbilo
cantando a las brazas de una fogata inerte que vive en un cielo en tu mente.
No se puede negar a tu pasado le fue igual
mas no pudo luchar contra el cáncer que trajo consigo la nueva humanidad.

¡Desolación! tu amiga te pide la unión de los espíritus invocados por ti a salvar la esencia de la bondad en los devoradores del prado, la selva por buena se resiste a atarles las manos pero inconscientes y sin sano juicio pierden a chorros la humildad que se escapa por la falta de la glándula pineal y en vez de todo hay un orificio necrosado que despide un olor fétido y los cega, no dejan nada vivo a su paso.

Escribiste lo que tú y tu gente sintieron, trataste de hacerlos entender mas no se planta la semilla en un árbol podrido, déjala caer a la tierra donde se nace y todo crece desde el principio hasta el fin, Tocaste ahora en nuestra lengua, como tu muchos somos pieles rojas”